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El ingeniero Guido D’Alessandro y la construcción del Palacio Nacional
de sus ubicaciones no alejadas de «las precarias construcciones
coloniales» y por haber estado ambos dentro del intento formal
de presentar una misma imagen, coronada por una cúpula
realzada.
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El Palacio de Justicia, levantado en 1944 según diseño
de Mario Lluberes Abreu (1906/1967) es construido en una
manzana apenas distante un centenar de metros de las murallas
que separaban la zona primigenia y su casco fundacional antiguo
del resto de la ciudad que venía creciendo hacia el oeste y el norte.
Se levanta dentro del barrio residencial que creciera a principios
del siglo
xx
bajo el nombre de «Ciudad Nueva» en clara
alusión que dejaba atrás, en el pasado, el resto de la ciudad que
lentamente había crecido dentro de un perímetro muy limitado
en casi cuatrocientos años. El historicismo de este edificio es,
evidentemente, muy acentuado. Gestos columnares estriados de
media sección se adosan a las fachadas buscando y consiguiendo
alternativa de atractivo texturizado. Lo demás es una impecable
geometrización de los huecos y vanos de puertas y ventanas.
Su relación con la política conmemorativa del centenario de la
República le hace recurrir a ello como código de identificación
formal reiterando la solidez y robustez necesarias para dar sentido
de estabilidad y fortaleza, de equilibrio y seguridad (es un cubo casi
perfecto); además su uso y destino está, por definición, vinculado
a las más altas interpretaciones del humanismo como base de toda