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Ciencia y protección ambiental para el desarrollo agrario
El accidentado camino de la Estación Agronómica
Haciéndose eco de las propuestas de Hostos a principios del siglo
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el diputado Eladio Sánchez introdu-
jo un proyecto de ley para crear las primeras «granjas-escuelas experimentales». Así lo recogía, en junio de
1909, José Ramón López en un artículo incluido en el periódico «El Dominicano» e indicaba la necesidad
de crear al menos tres establecimientos de ese tipo: dos para cultivos tropicales, al norte y al sur de la Repú-
blica, y otro para los subtropicales en el centro.
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Al año siguiente, en abril de 1910, Abad en la «Revista de
Agricultura», anunciaba con notoria satisfacción que el ingeniero agrónomo A. E. Barthe, encargado de la
Dirección General de Agricultura de la Secretaría de Agricultura e Inmigración, realizaba un viaje por el
Cibao para escoger el lugar para la primera estación agronómica de la República. Meses más tarde, en las
Notas sueltas
de la misma revista aparece una nota dando cuenta de que el citado director Barthe continuaba
en su importante misión por el Cibao y la provincia de San Cristóbal. A inicios de 1911 el Presidente Ra-
món Cáceres pronunció un discurso en la inauguración de la Granja-Escuela en San Cristóbal, primera en
su género en el País, y se anunciaba una Estación experimental en Santiago. En 1910 se había votado una ley
sobre Enseñanza agrícola y en el 1911 se aprobaron los programas de enseñanza para Capataz agrícola y Pe-
ritos agrícolas.
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El magnicidio del presidente Cáceres a fines de este último año impidió que se consolidaran
los esfuerzos iniciados de enseñanza agrícola y al cabo de poco tiempo estos se diluyeron bajo la presión de las
contiendas e inestabilidad políticas.
En febrero de 1919 el ingeniero Octavio Acevedo anunció que el «
Departamento de Agricultura e Inmigración está
dando los pasos necesarios para el establecimiento de un Colegio de Agricultura, en terrenos contiguos a la Escuela Experimen-
tal
» en Haina, San Cristóbal, al oeste de la capital. El País se hallaba entonces sometido al Gobierno militar
de los Estados Unidos de América que suprimió la soberanía del País y sus instituciones e implantó la ley
marcial entre 1916 y 1924. Los tardíos esfuerzos del Gobierno interventor por recuperar el Colegio de Agri-
cultura se tradujeron en varias órdenes ejecutivas, pero las limitaciones económicas del momento posterior a la
crisis de 1921 explicaron la poca entidad que alcanzaron esas medidas. Con edificios para lechería y equipo,
granero, gallinero, casas de puercos, enramada para útiles, pozo o aljibe, tanque de agua, molino de viento,
tanque séptico, casas para el Colegio y algunos equipos, familia del director, el jardinero y para una balanza,
además de un dormitorio, se reabrió en 1920 la Estación Agronómica y Colegio de Agricultura de Haina,
que fue dotada de vigilancia policial.
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Además, desde entonces comenzaron a establecerse subestaciones en
Constanza, Montecristi, Pontezuela (Santiago), en las que más adelante operaron fincas de cultivos modelos
o campos de demostración para la siembra de caña, algodón y otros productos. Estas siguieron ampliándose
hasta desembocar, ya en el gobierno de Vásquez, en un sistema de Campos de Demostración de cultivos agrí-
colas, Estaciones de Monta, Cuerpos de Inspectores de Frutos y de Instructores de Agricultura. En general,
estos dispositivos estuvieron a cargo de algunos agrónomos y prácticos y su actividad se dirigía a impactar en
los cultivos de exportación y en los de consumo nacional.
Pero con tales instalaciones apenas alcanzaban a las granjas-escuelas proyectadas por Cáceres una década an-
tes. Hubo que esperar hasta la llegada de Ciferri, en 1925, para afirmar propiamente que la ciencia influyó en
la agricultura nacional mediante el estudio y la aplicación sistemática de mejoras.
Estación Nacional Agronómica y Colegio de Agricultura de Moca
La desocupación del territorio dominicano por los
marines
estadounidenses se produjo en julio de 1924 tras ele-
girse como presidente al general Horacio Vásquez. El nuevo gobierno se planteó con seriedad el tema agrario
como sustento del progreso nacional, haciendo del programa agrario una auténtica política de Estado. Como
bien indica Walter Cordero: