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Capital italiano en la economía moderna dominicana
Además de los trapiches instalados alrededor de Azua y Baní en la década de los setenta, entre 1875 y 1882 se
construyeron alrededor de treinta factorías de azúcar con importantes mejoras tecnológicas: una en Azua, tres
en Baní, dos en San Cristóbal, una alrededor de Santo Domingo y el resto en el Este de la República. Los
inversionistas eran empresarios de diferentes nacionalidades. En 1875 el cubano Joaquín Delgado construyó y
operó con energía de vapor el ingenio La Esperanza, y el mismo año su coterráneo Juan Amechazurra inició
la construcción del ingenio Angelina en la margen oriental del río Higuamo de San Pedro de Macorís, que
comenzó en 1879.
Se destacó el capital italiano, de manera especial las inversiones de Juan Bautista Vicini Cánepa en haciendas
de caña y fabricas de azúcar, donde fijó sus huellas con fortaleza, es el consenso de la historiografía, concen-
trando sus operaciones en las corporaciones The General Industrial Corporation y en la Vicini Estate Cor-
poration.
La profunda imbricación de Vicini Cánepa en el negocio del azúcar se inició en 1878, cuando con capital
propio participó en sociedad con Sánchez-Damirón en la construcción y operación del ingenio Santa Elena,
ubicado alrededor de Santo Domingo. El central Encarnación, fundado por el cubano Francisco Saviñón,
pasó a ser propiedad de Vicini Cánepa, quien también compró otros dos ingenios, el Constancia y el Santa
Elena; estos dos últimos los fusionó con la hacienda Constancia que había sido fundada por Joaquín Heredia
y que adquirió mediante compra.
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El resultado fue un importante aumento de la productividad que lo puso
en condiciones de competir en los mercados de exportación.
Por sus éxitos comprando ingenios quebrados y con gerencia similar a la que se aplicaba en las unidades pro-
ductivas de éxito, en la década de los ochenta Vicini Cánepa se convirtió en el principal productor de azúcar
del País. Adquirió la hacienda Encarnación, que en Santo Domingo construyó Francisco Saviñón en 1892;
la hacienda Ocoa, fundada por la empresa italiana Zanetti y Compañía;
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el ingenio Angelina, del cubano
Juan Amechazurra, e instaló el Central Italia en Azua. En 1896 y 1897 las empresas de Vicini Cánepa
importaron desde Gran Bretaña nuevas maquinas trituradoras y maquinarias azucareras.
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Como resultado
de estas y otras inversiones de empresarios italianos y de otras nacionalidades, en la década de los ochenta la
inversión extranjera directa en la economía dominicana totalizó 14.860 millones de dólares con la siguiente
distribución: a) 79.4% o 11.8 millones de dólares en haciendas de caña y fabricas de azúcar; 0.57% o 85 mil
dólares en haciendas de cacao; b) 3.4% o 500 mil dólares en haciendas de tabaco; c) 2.7% o 400 mil dólares en
haciendas de guineo; y d) 14% o la suma de 2.075 millones de dólares en otras actividades productivas. En casi
800 hectáreas en Yaguate, en la Caoba Corcovada, San Cristóbal y cerca de Nizao, Vicini Cánepa construyó
la hacienda de caña Italia, la más completa del País por sus equipos mecánicos fabricados por la compañía
francesa Fives-Lille y capacidad de producción de azúcar de 3,000 toneladas; además, un alambique producía
3,000 litros de ron diario usando como insumo mieles producidas en la hacienda. Para los embarques de azúcar
construyó en Palenque un puerto, una vía férrea con camino de hierro de 12 kilómetros de extensión,
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al que
incorporó ferrocarril y vagones, inversiones que contribuyeron a reducir el costo de transporte e hicieron más
eficiente las actividades, indispensables para competir con fabricantes de experiencia y relaciones internaciona-
les. Rescató unidades productivas quebradas como consecuencia de la caída de precio del dulce en el mercado
internacional en 1883 y 1884, explicada por la excesiva oferta de azúcar de remolacha subsidiada en los Países
europeos,
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y por falta de gerencia y capital para importar e instalar las nuevas tecnologías productivas.
Sus principales competidores eran los Bass, Alexander y su hijo William. El padre había sido ingeniero en
Cuba y en 1890 operó como agente de una compañía de Brooklyn, New York. Era un empresario con cono-
cimientos y experiencia en la comercialización de azúcar y otros productos en los mercados internacionales. El
Central Consuelo en San Pedro de Macorís, evaluado en 700,000 libras esterlinas, era la principal fábrica de
los Bass. Para competir con éxito Vicini Cánepa incorporó los principios y reglas modernas del buen desem-
peño de los negocios, y para aprovechar los mejores precios del azúcar en los mercados externos concentró las
ventas en la oficina comercializadora que instaló y operó en New York.