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Legado italiano en la música y en la cultura dominicanas

En entrevista concedida a Manuel Rueda en 1983, Caggiano recordaba que los casi diez años que permaneció

en la dirección de la Sinfónica habían sido los más estimulantes de su vida. Allí había encontrado amigos y

músicos de gran valor artístico y humano que se adhirieron a sus luchas con las autoridades por mejorar los

salarios de los músicos y lo respaldaron en su iniciativa por defender la clase de programas abordables para un

conjunto en formación que debía conquistar paso a paso su profesionalismo.

Desde su primer concierto público como codirector de la Orquesta Sinfónica Nacional, el 21 de diciembre

de 1950 en el Centro Social Obrero, se puso de manifiesto el plan que se había trazado este brillante director

para el mejoramiento de la orquesta: de pasar de lo simple a lo complejo, para gradualmente ir acercándose a

las grandes obras del repertorio, de acuerdo al progreso técnico que fueran alcanzando las distintas secciones.

El 1 de junio de 1951, Roberto Caggiano fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional y

el 30 de octubre de ese mismo año presentó en el Teatro Olimpia la primera Noche de Ópera en el país, en un

histórico espectáculo auspiciado por la Dirección General de Bellas Artes, con escenas de las óperas

Rigoletto

,

Aida

,

La Traviata

y la obertura de

La forza del destino

, de Giuseppe Verdi, en el que participaron 7 voces solistas

y un coro de 11 voces masculinas, función que fue repetida en el teatro Julia de la capital, en San Cristóbal, San

Pedro de Macorís y Barahona.

El 7 de octubre de 1955 se publicó la noticia de que el maestro Caggiano había presentado en Roma un

concierto con obras sinfónicas de autores dominicanos, a través de la radiotelevisión Italiana (

R

ai

). «

Este

concierto

, dijo Caggiano,

lo dirigí con el corazón puesto en este país que quiero tanto y que considero mi segunda patria. Me sentí

muy halagado cuando el público aplaudió sin reservas las composiciones de autores dominicanos. La resonancia que el concierto tuvo

en los círculos musicales italianos me llenó de satisfacción y orgullo pues se puso de manifiesto el talento musical de este país

».

En 1959 el maestro Roberto Caggiano dirigió en tres oportunidades su concierto de despedida con selecciones del

Messiah

de Handel, con la participación del Coro Nacional, la Orquesta Sinfónica Nacional, los solistas Olga

Azar, Ivonne Haza y Arístides Incháustegui, junto a Francisco Montelli (violín), François Bahuaud (cello) y

Lilliam Columna (arpa).

M

ario

C

arta

(1906) nació en Mandas, Cagliari (Cerdeña). Inició estudios con su padre y luego estudió

armonía con Mario Pilati y Cesare Dobici. En el Conservatorio de Santa Cecilia, en Roma, se graduó de piano

y composición bajo la guía de los maestros Silvestri y Petrassi. Fue brillante concertista, recitalista, director de

orquesta, arreglista y compositor de música para películas. En el dúo pianístico Carta-Cabiati, ofreció conciertos

en importantes centros musicales de Europa y América, entre los que figuran Carnegie Hall, Town Hall,

Constitution Hall de Washington y Academy of Music de Philadelphia. En La Voz Dominicana, donde fue

artista exclusivo por varios años desde 1947, realizó una extraordinaria labor. El dúo Carta-Cabiati tenía en ese

circuito radial su programa especial, de gran audiencia nacional. Mario Carta fue un arreglista muy destacado

que guió allí los primeros pasos del gran músico dominicano Bienvenido Bustamante, quien nunca olvidó sus

sabios consejos. También fue responsable de los mejores momentos de la excepcional carrera del tenor dominicano

Napoleón Dihmes.

Para la Semana Aniversaria de La Voz Dominicana, de 1951, llevó el coro integrado por los artistas de la emisora

a interpretar música del siglo

xvii

, junto a arreglos de obras contemporáneas del cancionero dominicano. Los

solistas fueron Guarionex Aquino y Jesús Faneyte. En esa ocasión, el coro alcanzó los mejores aplausos, ya que

sin necesidad de instrumentos acompañantes, consiguió efectos novedosos en el país, logrando con las voces, a base

de onomatopeyas, los sonidos de güira, tambora y acordeón. Mario Carta además le agregó el toque de trompetas a

la interpretación oficial del Himno Nacional Dominicano, creando una versión que se mantuvo vigente por muchos

años.

Con alguna frecuencia se presentó como concertista en otros escenarios y dirigió el coro del Colegio Luis Muñoz

Rivera, de la capital dominicana.

E

nrico

C

agna

C

abiati

llegó a la capital dominicana el 9 de julio de 1947, bajo contrato con La Voz del

Yuna, como parte del dúo de pianos Carta-Cabiati, que formaba con Mario Carta. Su activa participación