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Introducción del editor
Introducción del editor
A
ndrea
C
anepari
Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Italia en Santo Domingo
E
ste libro, del cual he tenido el privilegio de ser el editor, se esperaba desde hace mucho tiempo. Un des-
cendiente de un héroe de la Independencia nacional, ex Embajador dominicano en Roma, y, además,
uno de los principales intelectuales dominicanos, Marcio Veloz Maggiolo (a quien la Universidad de
Milán, La Statale, dedicó en 2019 la primera Cátedra de estudios dominicanos en Italia) publicó en 2001 un
artículo con el título
Italianos en la vida dominicana
en el que recopilaba a los italianos más ilustres en República
Dominicana. Precisaba, sin embargo, que su contribución no pretendía ser exhaustiva, pero servía, ante todo,
para «
llamar la atención sobre una comunidad que ha sido esencial en la vida dominicana, en su historia y en la formación de la
identidad nacional
»
.
1
Recién llegado a Santo Domingo como Embajador en 2017, concretamente en el momento crucial de la rea-
pertura de la Embajada después de algunos años en los que permaneció cerrada, me di cuenta de que la comu-
nidad italiana en República Dominicana había sido crucial para la vida, la historia y el carácter nacional del
País, exactamente como lo había descrito Maggiolo. Tenía claro que la comunidad italiana había plasmado
algunos de los caracteres identitarios del país participando en la construcción de la arquitectura política, social,
económica y cultural que contribuyeron a la construcción de la actual República Dominicana.
Los italianos han escrito junto a los amigos dominicanos páginas fundamentales de la historia de República
Dominicana y, en algunos casos, de la historia mundial. Asimismo, los italianos han estado presentes en todos
los puntos fundamentales de la creación del Estado dominicano, desde la Marina hasta la Independencia na-
cional y la Iglesia católica, desde la educación hasta la economía, desde las primeras elecciones libres hasta el
primer periódico, desde la arquitectura, si pensamos en monumentos simbólicos de la República Dominicana
como el Palacio Nacional o la Casa de Colón, La Marina y Altos de Chavón dentro de Casa de Campo,
en La Romana, y Punta Cana, hasta el arte y el cine, desde la música hasta la literatura, desde la agricultura
hasta el comercio.
Si de manera dispersa todo este patrimonio que une a los dos Países era muy conocido, no lo era, sin embargo,
en su unidad, y podía sentir la falta de conocimiento de los puentes creados en el pasado por los italianos que
habían decidido contribuir al desarrollo de República Dominicana desde sus orígenes. Aunque veía aflorar,
en todos mis encuentros, emociones y respeto por la contribución italiana en República Dominicana, era
consciente de que la importante herencia italiana en este País no era comprendida (si no de forma episódica y
parcial) de forma global ni por los dominicanos ni por los primeros inmigrantes italianos, y tampoco por la
comunidad llegada durante los últimos años.
Recuerdo un día en el que asistí a un almuerzo invitado por el fundador del Grupo Puntacana, Frank Rainie-
ri, y por su esposa, Haydée y para valorar la contribución italiana en la República Dominicana Rainieri nos
habló de un italiano que fue héroe y protagonista de la Independencia dominicana, Juan Bautista (Giovanni
Battista) Cambiaso. Descubrí, gracias al fundador de Punta Cana, que muy pocos conocían la historia de
Cambiaso, mercader genovés fundador de la Marina Militar dominicana y salvador de dicho País, que creó
de la nada una flota militar poniendo a disposición del País sus barcos y los de otro italiano, Giovanni Battista
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Puerto de Génova. De
la región italiana de
Liguria salieron
algunos de los
italianos más
importantes que
transformaron la
República Dominicana,
escribiendo nuevas
páginas de la historia
junto a los
dominicanos: Cristóbal
Colón, Juan Bautista
Cambiaso, la familia
Pellerano, Juan
Bautista Vicini Cánepa
y Angiolino Vicini
Trabucco.