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radicionalmente la historiografía dominicana se caracterizó por enfatizar los estudios e investigacio-
nes poniendo de relieve los aspectos políticos y diplomáticos, así como relegando u olvidando otras
facetas cuales la económica, la social y la cultural. Hubo sus honrosas excepciones, como fue el caso
de Pedro Francisco Bonó en el siglo
xix
que llegó a escribir, entre otros asuntos, sobre las clases sociales del
País.
En las últimas décadas del pasado siglo tuvo lugar el surgimiento de una historiografía que buscaba dar un en-
foque más global a nuestro pasado, siendo la obra de Harry Hoetink titulada
El Pueblo Dominicano: 1850-1900.
Apuntes para su Sociología Histórica
(1971) uno de los aportes más elocuentes en la explicación de los aconteci-
mientos acaecidos en la República Dominicana durante ese período.
Uno de los aspectos al que no se le ha prestado la debida atención que merece es el de las migraciones, cosa
extraña porque a excepción de los aborígenes que encontró Cristóbal Colón, y que fueron diezmados durante
las primeras décadas del siglo
xvi
hasta su desaparición física, puede decirse que nuestro pueblo ha sido con-
formado por diversas oleadas de inmigrantes que en el recurrir del tiempo han dejado sus respectivas huellas
en la sociedad.
Aunque existen monografías que tratan de los aportes de inmigrantes como los españoles, árabes, haitianos,
cocolos, judíos y otros, todavía falta mucho por hacer y eso debería constituir un punto de agenda de futuras
investigaciones como lo ha resaltado el historiador Frank Moya Pons en su obra
La otra historia dominicana
.
En tal sentido, la presente obra
El legado italiano en República Dominicana. Historia, Arquitectura, Economía y Sociedad
viene a constituir un valioso e inestimable ejemplo para el conocimiento de los aportes de una inmigración que
ha dejado profundas huellas en la conformación de la sociedad dominicana.
Gracias al entusiasmo y dedicación del Embajador Andrea Canepari, cuya fecunda labor ha contribuido al
fortalecimiento de las relaciones diplomáticas, después de más de dos años de ininterrumpida labor se entrega al
público en general esta obra integrada por diversos ensayos, de la autoría de destacados historiadores y escritores
dominicanos e italianos, así como de inmigrantes y descendientes, enfocados en la historia, arquitectura, litera-
tura, artes, economía y ciencias, periodismo y derecho e instituciones culturales, donde se ponen de relieve las
contribuciones que a lo largo de más de cinco siglos han realizado personas procedentes de aquella península.
La Academia Dominicana de la Historia, cuya misión es contribuir al estudio, conocimiento y difusión de
nuestro pasado, se siente complacida y regocijada de que una obra como la presente haya visto la luz pública.
Sin lugar a dudas, la misma viene a posibilitar un mayor conocimiento de los aportes de la prolífica migración
italiana y a ocupar un destacado lugar en la moderna historiografía dominicana.
¡Enhorabuena!
J
osé
C
hez
C
heco
Presidente de la Academia Dominicana de Historia