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Las murallas de Santo Domingo y la documentación de los trabajos de los Antonelli

Ozama. Utilizado como prisión hasta finales de la década de 1960, el complejo fortificado se abrió al público

en 1965, debido a su relevancia como monumento de la arquitectura medieval.

Desde la fortaleza, siguiendo el curso del río, se observan secciones de muros y bastiones de la Ciudad Colonial,

que también continúan en el lado sur, a lo largo de la costa. Estas porciones no son fechables con precisión y

es posible imaginar solo algunos de los cambios, de ubicación y reconstrucción, que se realizaron a lo largo de

los siglos.

En 1589, cuando llegaron Antonelli y Tejeda, Santo Domingo ya había perdido parte de su importancia

política y comercial a beneficio de nuevos puertos del Pacífico, invalidando el gran recinto de los muros

construidos en previsión de un alto ritmo de crecimiento urbano que sin embargo ya se había detenido en

las primeras décadas del siglo

xvi

. Antonelli replanteó el cinturón de murallas, acercándolo a la ciudad y

agregando bastiones a lo largo de toda su extensión. Cerca del Fuerte de San Gil, la traza del cinturón tuerce

hacia el norte, prolongándose en tramos alternos y de este permanecen la Puerta de la Misericordia y el Fuerte

de la Concepción, junto con el signo de los muros que los unían, quedando a la vista en la carretera. El Fuerte

apunta hacia el este, a lo largo de la actual calle Juan Isidro Pérez, donde el cinturón vuelve a aparecer cerca de

las Ruinas de La Caridad. Un diseño residencial cuidadoso, alrededor de los años ochenta, permitió mantener

intacta la parte baja de los muros entre Ruinas y San Miguel, un espacio fortificado de forma pentagonal al

nivel del suelo, hoy en día convertido en área deportiva de uso público.

Tras otra interrupción, las fortificaciones vuelven a aparecer junto a la Ermita de San Antón, con el bastión

homónimo y una reconstrucción de los muros que llega hasta la Catedral Castrense Santa Bárbara. El proyecto

de fortificación desde Santa Bárbara continuaba hasta el río Ozama, acompañando su curso con una cortina

baja, intercalada con puertas y fuertes menores, que se mantiene solo en parte intacta pero cuya forma ha

permanecido visible en el camino. El conjunto de estas porciones visibles permite todavía hoy leer el proyecto

original, aunque con las precauciones necesarias debido a los cambios causados a lo largo de los siglos por

eventos bélicos, intervenciones humanas y naturales.

Nube de puntos láser

escáner del Bastión

del Invencible.

Vista de la nube de

puntos del Bastión

ubicado cerca de la

Ermita de San Antón.

Puesto que los

ciudadanos no lo

perciben como

monumento el sitio se

encuentra en estado

crítico: en la parte

superior está cubierto

por malezas y son

claramente visibles las

huellas de un edificio

construido utilizando el

bastión como base y

luego colapsado.