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Presencia italiana en Santo Domingo 1492-1900

nistradores residentes en la isla. Hay noticias de que los Centurión y otros genoveses fungían de prestamistas

de los dueños de ingenios en la isla y operaban como corredores de azúcar responsabilizándose de la exporta-

ción de este producto hacia el norte de Europa. Esos esclavos eran esenciales pasa el desarrollo de la industria

azucarera que comenzó a desarrollarse a partir de 1518, justo cuando la mano de obra indígena daba muestra

de su extinción definitiva. Una política de préstamos a aquellos encomenderos que quisieran emigrar desde

la minería a la producción azucarera estimuló a muchos a convertirse en fabricantes de dulce. Gracias a las

licencias otorgadas por el rey, la mano de obra esclava estaba asegurada.

En 1520 las autoridades de la Española reportaron la construcción de seis molinos nuevos, tres de los cuales ya

producían azúcar. Esos primeros ingenios utilizaron mano de obra esclava compuesta por los pocos centenares

de indios que quedaron en manos de sus dueños y por varios centenares de esclavos negros importados a partir

de 1518.

En 1527 ya había en la isla veinticinco ingenios funcionando a plena capacidad. Sus dueños habían hecho

diversos negocios para reunir el capital necesario. Además de los préstamos otorgados por la Corona, algunos

inversionistas vendieron propiedades, otros se asociaron en compañías de hasta cuatro accionistas, y otros se

endeudaron con comerciantes genoveses de la Casa Centuriona establecidos en Sevilla. La conexión con esta

empresa se explica porque los genoveses tenían experiencia en la comercialización de la azúcar mediterránea en

Europa. Los esclavos componían una parte muy importante de la inversión en la instalación de un ingenio, y

los genoveses estaban dispuestos a financiar su importación en las Antillas.

Estos genoveses fueron bastante ágiles en proveer la mano de obra que necesitaban los nuevos plantadores de

la Española pues su cuota de 4.000 esclavos quedó agotada mucho antes de que expiraran los ocho años de la

licencia. Carlos

v

otorgó nuevas licencias a varios cortesanos, así como a miembros de la élite colonial de la

Española. A estos últimos, el Rey les concedió el privilegio de importar trabajadores africanos por sus propios

medios en cantidades que oscilaban entre una docena y cuatrocientos esclavos, pero los genoveses continuaron

siendo los principales corredores del azúcar antillano en el norte de Europa. Se conservan varios apellidos de

genoveses actuantes en Santo Domingo en aquellos años, además de los Centurión y los Vivaldo: Castellón,

Grimaldi, Justinián..., todos ligados al negocio azucarero y a la trata de esclavos.

La catástrofe demográfica acaecida en Centroamérica y las Antillas y, particularmente, en la Española no pasó

desapercibida para Girolamo Benzoni, un joven aventurero milanés que residió en Santo Domingo entre 1542

y 1544, y escribió unas memorias tituladas

La Historia del Mondo Nuovo

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, en las cuales narra sus experiencias

como acompañante de varios exploradores y conquistadores españoles en Suramérica y el Caribe.

Aunque pobremente redactada y conteniendo evidentes errores factuales, este libro de Benzoni fue objeto de

treinta ediciones, traducciones y reimpresiones en los siglos

xvi

y

xvii

, y ha continuado siendo utilizado como

una fuente valiosa acerca de las crueldades cometidas en la conquista de las Indias. En su obra Benzoni con-

fiesa que por venir de una familia pobre no recibió una educación académica, pero supo compensar su falta de

lecturas con una variada experiencia acumulada durante sus viajes por Europa, Centroamérica y las Antillas.

Por su importancia esta historia fue publicada en 1992 por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos con un

erudito estudio preliminar.

Benzoni abre su obra con las siguientes palabras: «

Cuando era yo un joven de veintidós años, deseoso de ver como muchos

otros el mundo, tuve noticias de aquellos Países de Indias recientemente encontrados, a los cuales todos llamaban Nuevo Mundo;

decidí

ir allá, y así salí de Milán, con la ayuda de Dios Rector y Gobernador de todo el universo, el año de 1541

». Después de

varios años de andanzas por Centroamérica y Tierra Firme, Benzoni vino a dar a la Española, a cuya descrip-

ción dedicó una parte sustancial de su narración. Su mirada ingenua de la naturaleza de la isla y su aceptación

de una historia oral residente en la memoria entre los habitantes de Santo Domingo ofrecen a los lectores una

visión directa de la temprana vida colonial dominicana que complementa a los demás cronistas de Indias.

En los dos siglos posteriores a la estancia de Benzoni, aparte de la visita a Santo Domingo del famoso ingeniero

militar Battista Antonelli para examinar y proponer una reforma a las murallas de la ciudad, en 1589, no se