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Del Mediterráneo al Atlántico

Esa misma carta 16 representa un informe detallado y lúcido sobre una serie de puntos clave de la vida y los

problemas de su diócesis, y la intuición de que los problemas procedían principalmente del tipo de europeos

que llegaron al Nuevo Mundo: «

deterrimae pessimarum gentium illuuiones

» (16.13), es decir, «

un diluvio de los peores

delincuentes

». Y también a finales de julio de 1519 Geraldini pide a Carlos V que conceda a la Diócesis domi-

nicana dos edificios, porque «

ego episcopus nullum tugurium, nullum tegumen habeo

» (ep. 20.5); también reclama los

8.000 ducados que el Rey Fernando había destinado a la construcción de la Catedral, y que en ese momento

estaban en manos del tesorero real de La Española, Miguel de Pasamonte. En estos primeros meses de 1519

se envían varias cartas para pedir dinero con el que pagar las deudas que ha contraído tanto en Italia como en

Alemania e Inglaterra (ep. 12.2): incluso con la curia romana está endeudado, porque no ha pagado la emi-

sión de la bula de nombramiento de Obispo.

El de Amelia sale para La Española desde Cádiz el 13 de julio (1519). El siguiente 17 de septiembre llega a

Santo Domingo (ep. 7.11). La situación en la isla es muy difícil y el Obispo recién llegado se encuentra inme-

diatamente con todas las dificultades del oficio. Los problemas económicos y organizativos se superponían a

las dificultades pastorales y espirituales; todo ello en ausencia de la cooperación, cuando no de una hostilidad

abierta, de las autoridades civiles españolas.

El Obispo se enfrenta en primer lugar a la cuestión de la iglesia Catedral: prácticamente inexistente, y de todos

modos demasiado pequeña para las necesidades, tanto prácticas como simbólicas, de esa diócesis; y ni siquiera

hay un Palacio Episcopal. Alessandro Geraldini se afana mucho para encontrar el dinero necesario: entre 1521

y 1523 consiguió que se iniciaran las obras, pero el templo se terminaría varios años después de su muerte.

El otro gran problema del Nuevo Mundo, especialmente grave en el momento de la llegada de Geraldini, está

representado por los abusos y la violencia perpetrados por los españoles contra los nativos, que han llevado a la

destrucción de la población india. La situación en La Española también se ve exacerbada por el reciente cam-

bio en el enfoque de la atención española desde las islas del Caribe hacia el continente tras el lanzamiento de

las campañas mexicanas de Cortés. Además, las dos diócesis del territorio de La Española, Santo Domingo y

Concepción de la Vega, están divididas y son pobres, hasta el punto de que el sucesor de Geraldini, Sebastián

Ramírez de Fuenleal, las fusionará bajo su mandato.

La posición de Geraldini a favor de los indios es la causa de la gran hostilidad y des-

confianza hacia él por parte de las autoridades españolas de la isla: en particular del

presidente de la Audiencia 1519-1520, el juez Rodrigo de Figueroa. La tradición de

los manuscritos del

Itinerarium

muestra que no hay partes «interpoladas» como supo-

nen algunos estudiosos: el

Itinerarium

llegó a nosotros tal y como lo escribió el autor.

Y que incluso las epístolas que han llegado hasta nosotros no han sido interpoladas se

muestra en la ep. 7 (la primera escrita en Santo Domingo), que es transmitida de forma

casi idéntica por dos testigos totalmente independientes (el manuscrito Borghese I.215

en la ASV, y la copia en el Archivo General de Indias de Sevilla, Real Patronato,

174.R.14).

A finales de la primavera de 1520, incluso se declararon amenazas y hay un violento

enfrentamiento entre Figueroa y el de Amelia: en una carta de mayo de 1520 (ep. 25),

Geraldini acusó inequívocamente al Gobernador de haber establecido en la isla un régi-

men de auténtica tiranía, con violencia, injusticia y robo perpetrados diariamente contra

los indios y los eclesiásticos de la ciudad caribeña. Para defenderse, Figueroa escribió a

Madrid, denunciando la falta de capacidad e incluso acusando al Obispo de razonar

«

como un niño

» y relatar a su manera la memorable noche que pasaron el Gobernador y el

Obispo frente a frente el 25 de abril de 1520. Figueroa es, en efecto, una figura contro-

vertida: los eclesiásticos, los indios, los críticos de los funcionarios y el pueblo de Santo

Domingo no lo amaban; no es casualidad que, en cierto momento, Carlos V lo tras-

Cubierta del Itinera-

rio por las regiones

subequinocciales de

Alessandro Geraldini.