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Frank Rainieri Marranzini
Frank Rainieri Marranzini: el hacedor de sueños
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Directora del Departamento de Educación, coordinadora del Área de Historia y profesora en la Pontificia
Universidad Católica Madre y Maestra (
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)
Los orígenes de un pionero y soñador
Se preguntaban los profesores Antonio Elizalde y
Eduardo Yentzen: «¿Qué sería de la existencia sin refe-
rentes futuros, deseables, soñables y potencialmente vi-
vibles? ¿Sería posible vivir sin sueños de algo mejor?».
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Se respondían a sí mismos que el imaginario se ha ido
instalando en el mundo que vivimos y se ha convertido
en un elemento constitutivo en la historia de la humani-
dad, hecho este que se traduce en «
la capacidad de soñar con
un mundo distinto y mejor al que hemos sido capaces hasta ahora de
construir
».
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La utopía, siguen diciendo los autores, es ante
todo una «
tensión escatológica, es decir, como aquello que no está
en el presente pero que podría estar en el futuro, ha acompañado al
acaecer humano desde los orígenes de la historia. Es posible sostener
que la historia requiere de una escatología, y por tanto de utopías
».
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Así pues, puede afirmarse que es la propia condición humana la que nos ofrece aquello que es único entre
los seres vivos: nuestra capacidad de imaginar escenarios distintos a la realidad que vivimos y con ello poder
salir de las limitaciones que nos impone la realidad. Por esta razón, convencidos de que debemos construir y
reconstruir la herencia recibida, que la historia se construye con seres que asumen el desafío de transformarla,
creemos en la necesidad de valorizar una y otra vez a las utopías, y a los hombres y mujeres que corren tras sus
sueños, y no se amilanan ante las adversidades.
Frank Rainieri Marranzini siempre ha sido un soñador que trabajó duramente para hacer realidad su propia
utopía. Conocer su historia es una delicia, porque se evidencia con creces que se puede correr tras los sueños
aún con los vientos en contra.
Sus dos apellidos evidencian que sus abuelos maternos y paternos llegaron a finales del siglo
xix
y principios
del
xx
procedentes de Italia. Los señores Isidoro Rainieri y Bianca Franceschini de Rainieri llegaron al País
en el 1898 y se asentaron en Puerto Plata. Engendraron nueve hijos: dos varones y siete mujeres. Necesitados de
medios para vivir, decidieron incursionar en algo nuevo para la época: hoteles. Así, en Puerto Plata instalaron
el Gran Hotel Rainieri y en Santiago el Hotel Comercio.
La vida sonreía hasta que, en el año 1912, el señor Isidoro murió dejando a doña Bianca viuda con apenas 35
años. Poco después también murió su hijo mayor. La viuda mantuvo unida la familia. Sus hijos crecieron, hi-
cieron sus vidas y crearon sus propios proyectos de vida. De ahí nacieron las familias: Imbert Rainieri, Ginebra
Rainieri, Harper Rainieri, Maltes Rainieri y Barletta Rainieri. Francisco, el único varón que sobrevivió, casó
con doña Venecia Marranzini, descendiente directa de italianos, viuda y con un pequeño hijo que se llamaba
Campo de Golf
Corales en Puntacana
Resort & Club.
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Restaurant, Punta
Cana.