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Frank Rainieri Marranzini

azúcar y España de tabaco. El destino de estos dos productos estaba a merced de los intereses o de la misma deman-

da interna de los colosos imperiales. Una alternativa, decían, para la obtención de divisas, era el turismo.

Convencido del futuro del Este, y aprovechando el inicio del nuevo Gobierno en 1982, Rainieri propuso una

política turística concreta a las nuevas autoridades. Partía en su reflexión del desarrollo turístico en el Caribe y

de las políticas diseñadas e implementadas. Propuso un plan concreto para el Este:

- Una campaña coordinada de promoción.

- Una política de cielos abiertos desde puntos no servidos en ese momento.

- Una política de estímulo basada en el diferencial cambiario existente entre el dólar y nuestra unidad mone-

taria.

- La promoción y otorgamiento de las facilidades adecuadas a las empresas extranjeras radicadas en el País a

fin de que celebrasen sus convenciones en nuestro País.

- La toma de decisiones a fin de dar el uso adecuado a aquellas inversiones ya realizadas por el Estado domi-

nicano,

- La ampliación de la disponibilidad de los recursos de Infratur, a fin de ampliar el número de proyectos en

ejecución y las zonas consideradas prioritarias. Es decir, que incluyeran al Este.

- La modificación de la ley existente en materia de adquisición de bienes inmuebles por parte de ciudadanos

extranjeros, a fin de incentivar la permanencia temporera de extranjeros.

- El desarrollo de una campaña para atraer los barcos cruceros que se desplazan por el Caribe, y que represen-

taban más de 500.000 visitantes al año tanto para Puerto Rico como para las Bahamas.

- Incentivar aún más la visita de dominicanos residentes en el extranjero ya que éstos representan un sector

generador de divisas muy importante.

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Costó mucho que el Este fuese tomado en cuenta. A pesar de los esfuerzos seguía abandonado a su suerte. La

persistencia logra sus frutos. El reclamo no se detenía. A pesar de las permanentes voces que se elevaban, el Este

seguía abandonado, como si ese extremo de la isla no perteneciera a las prioridades del Gobierno. Los recla-

mos no fueron escuchados por los Gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano. Los emprendedores

del Este decidieron unirse y crearon la Asociación para el Desarrollo Turístico de la Región Este. Unidos

comenzaron a presionar y reclamar, convirtiéndose en el principal grupo de presión. La insistencia tuvo sus

frutos. En marzo de 1984, el presidente Jorge Blanco tuvo que reconocer que el turismo en el Este avanzaba.

Por supuesto, no hizo referencias al hecho de que el avance se había logrado por iniciativa privada, y no por

las políticas gubernamentales.

Un elemento clave en el turismo es la imagen del País destino. Y los acontecimientos de abril de 1984 mostra-

ron una cara violenta del País que tuvo consecuencias a nivel de la demanda de servicios turísticos. La situa-

ción preocupó a muchos inversionistas, como fue el caso de los ejecutivos del recién instalado Club Med. La

empresa pudo realizar el torneo de pesca con una participación diversa de concursantes que habían venido de

Suráfrica, Estados Unidos, México, Venezuela, Costa Rica, Curazao, Aruba, Tahití, Puerto Rico, Brasil y

del País, y se hospedaron en la Aldea de Vacaciones de Punta Cana del Club Med. No tardaron mucho las

inquietudes planteadas. Los ánimos se calmaron y el club siguió operando sin grandes dificultades.

A pesar de los problemas, de las limitaciones y de la falta de oportunidades, haciendo caso omiso a las reco-

mendaciones de los expertos, la zona Este crecía. En 1985 se anunciaba en la prensa nacional que el Hotel

Playa Bávaro abriría sus puertas el 1 de febrero con la llegada de un avión canadiense con 120 pasajeros. Co-

menzaría a operar formalmente en abril de ese año. La edificación constaba de 400 habitaciones. El hotel era

de capital español de la cadena de hoteles Barceló, con asiento en Palma de Mallorca, España. El Hotel Playa

Bávaro fue construido a un costo de diez millones de dólares, con recursos del Grupo Barceló, y sin ayuda

financiera alguna del Gobierno dominicano. El hecho motivó a los inversionistas locales. Por esta razón, un

grupo de inversionistas de la provincia, específicamente de la ciudad de Higüey, decidieran invertir en un am-

bicioso complejo turístico de casi 200 habitaciones. Entre los inversionistas estaban el doctor Manuel Aquiles