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El monumento funerario de Alessandro Geraldini

Las ideas humanistas traen el Renacimiento, que revaloriza la dignidad del hombre y conllevan un interés por

la recuperación de la cultura de la Antigüedad clásica. Dios no perdía su papel predominante, pero se situaba

en un plano diferente, y ya no era la respuesta a todos los problemas. Se vuelve a apreciar la fama como virtud

y como legítimo derecho del ser humano. Se destaca la gloria, el prestigio y el poder, valores anteriormente

considerados como paganos. La Iglesia también se ve influenciada por estas ideas y comienza a incorporar

elementos renacentistas en sus edificaciones, esculturas y ornamentos. El estilo empleado estaba inspirado en las

nuevas tendencias arquitectónicas y artísticas del

Cinquecento

italiano.

Leon Battista Alberti, considerado el primer teórico artístico del Renacimiento, en sus propuestas mezclaba lo

antiguo y lo moderno propugnando de ese modo la praxis antigua y la moderna, que había iniciado Filippo

Brunelleschi, pero a la vanguardia humanista. En España se populariza el tratado de Diego de Sagredo, quien

se había formado en Italia en el siglo

xvi

. Su obra es conocida como

Medidas del Romano

, y fue publicado por

primera vez en 1526, teniendo luego muchas reediciones. En el tratado Sagredo describe cómo debe ser el se-

pulcro, destacando que ha de ser suntuoso y propone el uso de elementos de la antigüedad tanto bíblica como

pagana, presentando en sus ilustraciones una a manera de «arcosolio», con un estilo muy clásico.

En el Renacimiento los monumentos funerarios se caracterizan por la idea de grandeza, triunfo e inmortalidad.

Se destacan la virtud y cualidades del difunto. En un principio solo los religiosos y las personas relacionadas

con la iglesia y con una buena posición económica tenían sus sepulcros o eran enterrados en la iglesia e incluso

en su interior existían jerarquía. Al resto de la población se le colocaba una tarja o no, y se enterraba dentro o

fuera, en el cementerio de la iglesia. De acuerdo a sus posibilidades económicas y a sus relaciones personales con

la Iglesia se enterraban más cerca del altar mayor y cuanto más lejos del altar más pobre. Algunos tenían

el privilegio de poseer su propia capilla, donde eran enterrados junto al resto de sus familiares.

Junto al monumento funerario llega la escultura funeraria, tratando de lograr una permanencia histórica. En

España, la escultura funeraria renacentista se desarrolla a mediados del siglo

xvi

. En esa época el monumento

funerario podía tener o no escultura funeraria. Al principio no habían escultores renacentistas españoles, por lo

tanto se importaron esculturas y obras procedentes de talleres italianos; incluso fue necesario contratar a escul-

tores italianos para que realizaran obras en España. Luego estos maestros de la escultura italiana formaron a la

primera generación de escultores españoles renacentistas y comienzan a hacer obras en la península.

En ese momento eran famosos los talleres de la familia Robbia de Florencia, Gagini y Aprili de Génova y los

talleres de Nápoles. En cuanto a los sepulcros marmóreos importados de Italia a España está el sepulcro del

cardenal Pedro González de Mendoza, realizado entre 1493 y 1504 para la Catedral de Toledo, el cual tiene un

arco de triunfo de tipo romano. Su autoría es desconocida, como también se duda si fue importado o realizado

por un escultor italiano

in situ

. Hacia 1508 se realiza en talleres napolitanos, el sepulcro de Juan II de Ribagorza

situado en el monasterio de Montserrat. También se importaron el sepulcro italiano del canónigo Baltasar del

Río, obispo de Scala (Salerno), en la Catedral de Sevilla en el año 1521 y los sepulcros de fray Francisco Ruiz

obispo de Ávila del año 1524, por mencionar algunos.

Los escultores contratados que trabajaron en los reinos españoles compraban el mármol en Italia, casi siempre en

Carrara, y lo llevaban a España donde realizaban la obra. Algunos de los escultores italianos que trabajaron en

España son: Domenico Fancelli, Pietro Torrigiano y Jacopo Fiorentino (Jacopo Torni, apodado el Indaco por el

escultor Giorgio Vasari), entre otros. Algunos de los primeros escultores españoles renacentistas son Vasco de la

Zarza, Felipe Vigarny, Bartolomé Ordóñez, Diego de Siloé, Juan de Balmaseda, Juan Rodríguez (discípulos de

Vasco de la Zarza), Juan de Juni, Damián Forment, Joly y Juan de Moreto y Juan de Ávila entre muchos otros.

Con el tiempo se eliminan casi totalmente las figuras religiosas, aunque el contenido religioso pasa a la deco-

ración, colocando elementos que aluden a eventos religiosos o a personajes. En las bibliotecas diocesanas y en

manos de los maestros y artistas se guardaban celosamente los tratados de arquitectura italianos, especialmente

los de Sebastiano Serlio, así como Vignola, Vitruvio, Leon Battista Alberti y Palladio. Además, algunos

escultores tenían grabados de maestros italianos, de Durero y de otros maestros antiguos.