Previous Page  160 / 540 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 160 / 540 Next Page
Page Background

158

Francisco Gregorio Billini. Presidente y literato

correcta acción gubernamental, mucho más importante incluso que cualesquiera dispositivos de apoyo a la

inversión de capitales.

De todas maneras, para Billini la promoción del campesinado constituía un mecanismo indispensable para in-

tegrar a la vida moderna a la porción mayoritaria de la población. Ante la imposibilidad de un flujo migrato-

rio masivo, había que atender a los mecanismos factibles para la mejoría de la condición del pueblo. Localizó

la clave para ello en la elevación de los niveles educativos del conjunto de la población, con énfasis en las capas

pobres. En torno a tal propósito se centró en lo poco que pudo hacer en su gestión presidencial.

Pese al entramado arriba visto, Billini gozó de mejores condiciones que Espaillat. En los años previos sus tres

predecesores del Partido Azul habían doblegado a los caudillos y se había estado produciendo un dinámico

crecimiento de las exportaciones, sobre todo de azúcar. El resultado había sido un incremento de la riqueza y

los ingresos fiscales. Pero no significaba que se gozara de condiciones desahogadas. En realidad, para la imple-

mentación de cualquier tipo de plan gubernamental se disponía de sumas exiguas, con lo que se minimizaban

los márgenes para desplegar políticas públicas. Desde una década atrás había comenzado un mecanismo de

funcionamiento de las finanzas gubernamentales, consistente en tomar préstamos de empresas de los principales

comerciantes de los puertos. Los intereses que devengaban esos avances al Estado eran exorbitantes, oscilantes

entre 24 y 36% anual. El país trabajaba para engrandecer las fortunas de esta reducida capa mercantil, de la

cual no por casualidad provino una porción de la moderna burguesía.

A falta de recursos, el presidente esbozó un principio que compensaría esta situación: la honradez. Ya empe-

zaba a tornarse patente que algunos jerarcas del colectivo dirigente se aprovechaban de sus prerrogativas para

enriquecerse. Sobre todo, gravitaba la sombra de Heureaux, visualizado como la encarnación de la corrup-

ción. Billini decidió romper lanzas a favor de la integridad, tanto por una motivación de principios como por

ser imprescindible para una administración racional que permitiese la inversión en programas trascendentales.

Tuvo que vencer los pruritos de la modestia: «

Yo no he ido a buscar las inspiraciones de mi Gobierno en antros de co-

rrupción. Mi política ha andado por camino muy recto y muy claro

».

Aunque fue muy poco lo que pudo hacer, algunas de las medidas adoptadas ponen de relieve la clarividencia

del presidente. Fue el caso de la suspensión de los derechos aduanales para las exportaciones como medio de

incentivar la producción campesina y la inversión de capitales en el agro. Se apostaba a una reducción de los

ingresos fiscales bajo el supuesto de que repercutiría en la dinamización del producto. Las condiciones eran

tan precarias que poco después esta medida tuvo que ser suspendida. Forzosamente los planes enunciados para

fomentar la inmigración y apoyar la unidad campesina quedaron reducidos casi a la nada. Lo que sobresalió

en los meses de gestión fue la intención de revertir la nula incidencia estatal en la reproducción económica con

vistas a modernizar el país.

En contraste, la atención se dirigió al área educativa. El mayor esfuerzo novedoso fue la creación de la catego-

ría de maestros ambulantes, quienes debían irse desplazando por localidades urbanas y rurales para difundir

la cultura y atender al requerimiento de acceso a los niveles elementales de instrucción, en primer término la

alfabetización. Esto ampliaba las miras de las administraciones anteriores, más centradas en la formación de

cuadros superiores, a través de la Escuela Normal de Hoscos, el Seminario de Meriño y el Instituto Profesional

todavía en ciernes. Billini le imprimió un acento más popular a la acción educativa, que era vista como la llave

maestra para la transformación del país.

Además de la prevención de la corrupción, se atendió a otro aspecto clave en una dimensión macropolítica: el

fortalecimiento de las libertades públicas. Más que en cualquier otro aspecto, el Gobierno de Billini se distin-

guió por el respeto de los derechos ciudadanos consignados en la Constitución. Buscaba disminuir la brecha

entre texto legal y realidad efectiva, una constante desde la fundación de la República. También se continuó

de forma más ambiciosa con lo establecido por Luperón de financiar publicaciones periódicas y libros con

recursos públicos, como medio para el desarrollo cultural y la participación de una porción cada vez mayor de

la ciudadanía.