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Cristóbal Colón. Un hombre entre dos mundos
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Estatua de Cristóbal
Colón en el Parque
Colón, frente a la
Catedral Primada
de América en la
ciudad de Santo
Domingo.
Cristóbal Colón.
Un hombre entre dos mundos
G
abriella
A
iraldi
Profesora de Historia de la Edad Media en la Universidad de Génova.
T
odavía hoy en día hay quien se pregunta si Colón (Colombo) era verdaderamente genovés. Algunos
quisieran que fuera catalán, portugués, corso, de Savona o de otras zonas costeras, de Piacenza o
Monferrato; se trata de unas teorías construidas sobre todo a partir de fuentes tardías, vinculadas a
argumentos resultantes de los «pleitos» entre la Corona castellana y los herederos del Almirante. Algunos
quisieran que fuera marrano o morisco, incluso refiriéndose al hecho de que, en sus textos, se alude a menudo
a una posible reconquista de Jerusalén e incluso hay quien piensa que Colón pertenecía a un linaje menor de
algún
albergo
1
genovés o que fue hijo de un papa. En el primer caso su rango debía de ser noto, porque quien se
inscribía en un
albergo
guardaba la referencia en el primer apellido; en el segundo caso, hay que considerar que
en ese momento histórico los papas ciertamente no guardaban misterio de sus hijos.
En realidad, el que niega que, en ese momento y en esa sociedad, el hijo de un tejedor de lana podía salir al
mar, convertirse en almirante y casarse con un aristócrata portugués revela poca familiaridad con la historia
genovesa. Era un itinerario contracorriente, pero era algo posible para un emigrante procedente de una ciudad
que tenía el más amplio calibre internacional de la época, que fue educado en un particular contexto de
régimen republicano que orientará los actos de esa persona a lo largo de toda su vida. Colón, que en cualquier
caso en los momentos críticos se definió como «un pobre extranjero», nació y creció en una ciudad que,
constantemente liderada por grandes clanes de importancia mundial que controlaban las opciones políticas y
económicas dentro y fuera de las murallas, siempre rechazó y luchó contra las monocracias, las de afuera y las
que, con el nombre de Señorías y Principados, aparecieron en la península. Sin embargo, el papel de Génova,
que fue el principal puerto del Mediterráneo y la primera caja fuerte europea, la convirtió en un lugar atractivo
para vecinos como Francia, Milán y los Saboya.
La expansión genovesa y ligur, que en la Edad Media fue la mayor de Oriente y Occidente, utilizó un modelo
elástico que no implicaba asentamientos directos, sino sutiles formas de aculturación que favorecían la primacía
del mercado, del dinero y de la inversión sobre la rigidez socioeconómica de las culturas de la tierra, prueba efectiva
de una globalización que se inició desde lejos. Colón llevó consigo los rasgos de la ciudad-estado originaria, que
inventaba y utilizaba sus instrumentos jurídicos, institucionales y sociales adaptándolos a los diferentes sistemas,
en una sustancial libertad de acción que responde a una «neutralidad», propia de los genoveses de cualquier
época, dispuestos a ir más allá de cualquier frontera ideológica y cualquier pacto oficial. Esta expansión favoreció
un proceso migratorio constante que permitió la variación y expansión de asentamientos que van desde el Mar
Negro hasta la Península Ibérica, desde los Flandes hasta China y América.
Losmiembros de la élite genovesa, que representaban el eje de una expansión que involucraba amuchosmigrantes,
jugaron un papel esencial dentro y fuera de las murallas de la ciudad. Solo así se puede entender la historia de
Colón, su período juvenil, las experiencias portuguesas y castellanas a la sombra de las
lobbies
presentes desde hace
1
Se trata de una estructura familiar horizontal presente en Génova desde el siglo XIV. Bajo el nombre del linaje más poderoso, se admitía a personas de va-
riado origen y nivel social. A través de ella varias familias formaban un consorcio con el fin de proteger sus intereses comerciales y garantizándose así mayores
posibilidades de ocupar cargos publicos.