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La experiencia cinematográfica italiana

el público dominicano que ya empezaba a tener sus favoritas, como

fueron los casos de las actrices Francesca Bertini, Giselda Lombar-

di (conocida como Leda Gys), Lyda Borelli, «La divina Borelli»,

emblema del cine mudo italiano y «mujer fatal» de su época y Giu-

seppa Iolanda Menichelli, conocida profesionalmente como Pina

Menichelli.

Esta aproximación al mundo fílmico se debe, entre otros, al empre-

sario italiano Ciriaco Landolfi, quien los fines de semana realiza

múltiples funciones en su Cine Landolfi, a través de la importación

de producciones cinematográficas de compañías distribuidoras

como Itala Film y Film d’Arte Italiana. El, cine que se ubica en el

patio del Casino de la Juventud de la calle Padre Billini y Arzobis-

po Portes, tiene una creciente demanda por lo que se habilitan tres

sesiones semanales para la exhibición de las películas. Más tarde este

teatro fue remodelado por Juan Bautista Alfonseca y cambiado al nombre de Teatro Colón.

Paralelamente al auge de las exhibiciones en el país, el oficio de reportaje noticioso también empieza a expan-

dirse dentro de un grupo de aficionados, encontrándose entre estos María Electa Stefani Espaillat (1884-1962),

considerada la primera cineasta dominicana, colaboradora del equipo Palau-Alfonseca y de las «revistas ci-

nematográficas» de los años veinte. Era hija de Sofía Espaillat Espaillat (1857-1895) y del ingeniero italiano

Pilade Stefani Viegani (1854-1928); sus abuelos maternos fueron el presidente de la República Dominicana,

Ulises Francisco Espaillat Quiñones (1823-1878) y Eloísa Espaillat Rodríguez (1818-1919).

Se puede señalar también al dominicano Oscar Antonio Torres de Soto (1931-1968), uno de los primeros

antillanos en recibir instrucción formal en cinematografía en el prestigioso Centro Sperimentale di Cinema-

tografia en Roma durante la década de los años cincuenta, en la que también estuvieron figuras como Gabriel

García Márquez, Fernando Birri, Julio García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea. La enseñanza adquirida le

ayuda a concretar una carrera cinematográfica importante en Cuba, Puerto Rico y República Dominicana.

Muchos años más tarde, después del segundo lustro de la década del sesenta, se empieza a establecer un punto

de garantía para el crecimiento del turismo en República Dominicana; una situación que, unida al auge del

cine publicitario criollo, provoca que algunas compañías productoras extranjeras decidan rodar en suelo do-

minicano parte de sus producciones aprovechando las locaciones naturales que aquí se ofrecen. A principios

de los años setenta estimula una importante oleada de productores italianos, quienes encuentran en los paisajes

dominicanos los mejores escenarios para contar historias policíacas, de aventura, terror o comedia, géneros

muy demandado por el público italiano de la época, interesado por relatos en escenarios exóticos como los del

Caribe.

En 1974 se da la oportunidad para la coproducción italo-germano-hispana titulada

Orden de matar

(

El clan de

los inmortales

), dirigida por José Gutierrez Maesso y protagonizada por Helmut Berger, Sydne Rome y José

Maria Caffarel.

El director italiano Osvaldo Civirani realiza en el país dos producciones dominico-italianas de acción y aven-

tura tituladas

El dios negro

(

Il pavone nero

) (1975), interpretada por Chris Avram, Karin Schubert y Diogenes

Castillo, y

Samoa

(1976), también conocida como

Mayra, la venus negra

o

La ragazza dalla pelle di corallo

, en la

que actúan Gabriele Tinti, Norma Jordan, Rosanna Schiaffino, Eduardo Fajardo, Hugo Blanco y Aliro

Paulino hijo.

La localidad de Las Terrenas, con su hermosa zona playera, se convierte en el escenario que escoge el director

guionista, fotógrafo y crítico italiano Alberto Lattuada para la miniserie

Cristóbal Colón

(1985), donde se re-

crea el desembarco del conquistador. En esa producción actúan Gabriel Byrne, Rossano Brazzi, Virna Lisi y

Oliver Reed.

El «Casino de la

Juventud», ubicado en

la Padre Billini hasta la

Arzobispo Portes

(donde actualmente se

aloja el Colegio

Dominicano de

Ingenieros, Arquitectos

y Agrimensores),

operaba el Teatro

Landolfi, propiedad del

empresario italiano

Ciriaco Landolfi

espacio de la ciudad

de Santo Domingo

destinado a la novedad

del entretenimiento

cinematográfico.