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Huellas italianas en la Catedral Primada de América
Suban airosas columnas / Como oraciones al cielo; / y entrecrúcense los armos, / las bóvedas sosteniendo.
Que eres Reina soberana / De más soberano Reino, / y su trono el Rey divino / puso piadoso en tu seno.
Por eso ni oro ni plata / ni el brillo del firmamento / ni los mármoles pulidos / puedan faltar en tu templo.
Lo que en el mundo es caduco, / tu morada lo haga eterno; / y queme las vanidades / en llamaradas de incienso.
Tú, piadosísima Madre, / mira con rostro sereno / nuestros trabajos y siempre / bendice nuestros esfuerzos.
Tú, que a los tristes alegras, / y al desamparado pueblo / bajo tu manto cobijas, / danos alivio y consuelo.
El encanto de tus ojos, / la ternura de tu pecho, / en celestiales pinturas / resaltarán, de tu templo.
Resonará cadencioso / por sus naves el salterio; / y con David y los Santos / te cantará nuestro pueblo.
Traerán manojos de lirios / las manos del mensajero / que aquel día te anunciara / la plenitud de los tiempos.
Una cándida paloma / volará sobre tu templo,/ trayendo el ramo de olivo / que ofrece a la tierra el cielo, / y otra vez se oirán alegres / las voces
del mensajero:
“Ave la llena de gracia, / contigo el Señor eterno”. / YTú, Reina poderosa,
Paloma de nuestros cielos, / cobijas con tus alas / a esta tierra y a este pueblo.
En medio Cristo enclavado / se alzará sobre el madero, / con los brazos extendidos / y el corazón entreabierto, / para acogernos a todos / en el
nidal de su pecho.
Todas las artes unidas / brillarán en el concierto / que escucharán por los siglos / las bóvedas de este templo.
Ya se levantan airosas / las piedras con raudo vuelo, / burlando su inmensa mole / la inmensidad de su peso; / ya el arte las aligera / de sus torpes
movimientos, / y se enlazan cual palmeras, / tu basílica cubriendo.
Ya aparecen los blasones / que en Roma resplandecieron; / ya la diadema del Papa / refulge en lo más excelso; / y, si tres coronas lleva, / no fue
el trabajo pequeño, / cuando los Papas dictaron / las leyes al mundo entero.
Aquí las soberbias águilas / del César con ornamentos / de pulquérrimas tiaras /- de los Quirites recuerdos - / ilustran la parte izquierda; / y
la derecha, sujetos / por Marte tierras y mar, / la están ornando de Febo / las espléndidas cuadrigas cubiertas / de luz y fuego.
Y los nobles Geraldini, / de generoso abolengo, / brillarán con brillo propio, / como el sol del firmamento, / con la llama de Minerva/ flameando
en el cerebro:
/ Minerva que da la paz, / al mundo y le da el progreso.
Este templo alzó Alejandro, / Obispo piadoso y bueno, / que a muchos Reyes dejara / muchos sabios documentos; / que rindió culto a las Musas,
/ por el Parnaso subiendo / hasta llegar a las cumbres / más elevadas del estro.
El 12 de febrero de 1546 el Papa Paulo III, romano de nacimiento, crea, mediante la bula
Super
universas orbis
ecclesias
, la provincia eclesiastica de Santo Domingo, elevando de esa manera a metropolitana la Catedral de
Santo Domingo y nombra Arzobispo primado de América a Alonso de Fuenmayor. El Papa Paulo III,
cuyo nombre secular era Alessandro Farnese, fue elegido Papa en 1468 y murió en su ciudad natal en 1549.
Sus restos reposan en la Basílica de San Pedro en un mausoleo diseñado por Miguel Ángel y construido por
Planta de la Catedral
luego de los trabajos
del Padre Billini en
1877. (Oficina de la
Obra, 2011).