Previous Page  259 / 540 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 259 / 540 Next Page
Page Background

257

Huellas italianas en la Catedral Primada de América

Suban airosas columnas / Como oraciones al cielo; / y entrecrúcense los armos, / las bóvedas sosteniendo.

Que eres Reina soberana / De más soberano Reino, / y su trono el Rey divino / puso piadoso en tu seno.

Por eso ni oro ni plata / ni el brillo del firmamento / ni los mármoles pulidos / puedan faltar en tu templo.

Lo que en el mundo es caduco, / tu morada lo haga eterno; / y queme las vanidades / en llamaradas de incienso.

Tú, piadosísima Madre, / mira con rostro sereno / nuestros trabajos y siempre / bendice nuestros esfuerzos.

Tú, que a los tristes alegras, / y al desamparado pueblo / bajo tu manto cobijas, / danos alivio y consuelo.

El encanto de tus ojos, / la ternura de tu pecho, / en celestiales pinturas / resaltarán, de tu templo.

Resonará cadencioso / por sus naves el salterio; / y con David y los Santos / te cantará nuestro pueblo.

Traerán manojos de lirios / las manos del mensajero / que aquel día te anunciara / la plenitud de los tiempos.

Una cándida paloma / volará sobre tu templo,/ trayendo el ramo de olivo / que ofrece a la tierra el cielo, / y otra vez se oirán alegres / las voces

del mensajero:

“Ave la llena de gracia, / contigo el Señor eterno”. / YTú, Reina poderosa,

Paloma de nuestros cielos, / cobijas con tus alas / a esta tierra y a este pueblo.

En medio Cristo enclavado / se alzará sobre el madero, / con los brazos extendidos / y el corazón entreabierto, / para acogernos a todos / en el

nidal de su pecho.

Todas las artes unidas / brillarán en el concierto / que escucharán por los siglos / las bóvedas de este templo.

Ya se levantan airosas / las piedras con raudo vuelo, / burlando su inmensa mole / la inmensidad de su peso; / ya el arte las aligera / de sus torpes

movimientos, / y se enlazan cual palmeras, / tu basílica cubriendo.

Ya aparecen los blasones / que en Roma resplandecieron; / ya la diadema del Papa / refulge en lo más excelso; / y, si tres coronas lleva, / no fue

el trabajo pequeño, / cuando los Papas dictaron / las leyes al mundo entero.

Aquí las soberbias águilas / del César con ornamentos / de pulquérrimas tiaras /- de los Quirites recuerdos - / ilustran la parte izquierda; / y

la derecha, sujetos / por Marte tierras y mar, / la están ornando de Febo / las espléndidas cuadrigas cubiertas / de luz y fuego.

Y los nobles Geraldini, / de generoso abolengo, / brillarán con brillo propio, / como el sol del firmamento, / con la llama de Minerva/ flameando

en el cerebro:

/ Minerva que da la paz, / al mundo y le da el progreso.

Este templo alzó Alejandro, / Obispo piadoso y bueno, / que a muchos Reyes dejara / muchos sabios documentos; / que rindió culto a las Musas,

/ por el Parnaso subiendo / hasta llegar a las cumbres / más elevadas del estro.

El 12 de febrero de 1546 el Papa Paulo III, romano de nacimiento, crea, mediante la bula

Super

universas orbis

ecclesias

, la provincia eclesiastica de Santo Domingo, elevando de esa manera a metropolitana la Catedral de

Santo Domingo y nombra Arzobispo primado de América a Alonso de Fuenmayor. El Papa Paulo III,

cuyo nombre secular era Alessandro Farnese, fue elegido Papa en 1468 y murió en su ciudad natal en 1549.

Sus restos reposan en la Basílica de San Pedro en un mausoleo diseñado por Miguel Ángel y construido por

Planta de la Catedral

luego de los trabajos

del Padre Billini en

1877. (Oficina de la

Obra, 2011).