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Juan Bautista Cambiaso (1820-1886). Fundador de la Marina de Guerra y Primer Almirante de la República

A lo largo de la guerra dominico-haitiana, que duró 12 años, Juan Bautista Cambiaso fue soldado de primera

línea en defensa de la República. Como marino participó en las batallas más decisivas de esa jornada bélica, tales

como las de Azua (1844), Beler (1845) y Las Carreras (1849), en cada una de las cuales la flotilla naval domini-

cana bajo su mando tuvo un papel decisivo en el triunfo del ejército criollo. Después de la batalla de Azua, se es-

cenificó el combate naval de Tortuguero, el primero en su género entre buques de guerra dominicanos y haitianos,

ocurrido el 15 de abril de 1844, en el cual la flotilla comandada por Cambiaso resultó victoriosa.

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Lo mismo ocu-

rrió al siguiente año, durante la batalla de Beler, en el norte del país, donde las goletas y bergantines dominicanos

aseguraron el triunfo del ejército local. Posteriormente, en 1849, la presencia de Cambiaso al mando de la corbeta

Cibao contribuyó materialmente al triunfo de la batalla de Las Carreras. Años después, durante la cuarta y última

campaña de la guerra domínico-haitiana, sería legendaria la acción de Cambiaso en un combate del 6 de enero de

1856, debido al abandono de la plaza de Barahona por parte del coronel Bernabé Polanco. El general Cambiaso,

al frente de cuatro navíos de guerra, se dirigió a Enriquillo para brindar asistencia al general José María Cabral,

cuyas tropas estaban acantonadas en el lugar. Cambiaso, que había bajado a tierra con el fin de conferenciar con

un oficial, fue sorprendido por un ataque enemigo y se vio precisado a tomar parte en la acción bélica, destacándose

de tal manera para lograr el triunfo, que el general Santana dispuso ascenderlo al rango de general de división.

IV

Finalizadas las hostilidades entre dominicanos y haitianos, Cambiaso prácticamente se retiró de las actividades

oficiales; y no participó en las contiendas partidistas que predominaron en el país, prefiriendo dedicarse a sus

negocios particulares desde la casa comercial que había establecido junto con su hermano Luis. Para esa época,

diciembre de 1856, fue designado cónsul de Italia en República Dominicana, cargo que ocupó durante varios

años, no sin antes haber dimitido como general de división de la Marina de Guerra dominicana.

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Pese a que

fue leal servidor del caudillo general Pedro Santana, Cambiaso respetó su posición oficial como representante

de un Gobierno extranjero en su segunda patria. Decidió, por tanto, mantenerse al margen de la actividad

política cuando la Anexión a España y lo mismo hizo en el transcurso del bienio épico 1863-1865. Sin em-

bargo, cuando concluyó la guerra restauradora, fue el cónsul Cambiaso quien tomó la iniciativa, junto con

otros representantes diplomáticos y consulares, en el sentido de gestionar el canje de prisioneros entre las partes

en conflicto, el cual tuvo lugar el 22 de julio de 1865.

Durante el lapso 1863-1865, Cambiaso hizo varios viajes a Italia, en gestión oficial, pues nunca abjuró de su

condición de ciudadano italiano, naturalizado dominicano, permaneciendo en el país después del año 1868.

Se mantuvo al frente de las actividades comerciales propias de su compañía, así como en sus funciones oficia-

les, hasta que el 22 de julio de 1886 se produjo su deceso en la ciudad de Santo Domingo. A continuación,

transcribo la reseña necrológica publicada en el periódico «El Mensajero», que dirigía el culto escritor Federico

Henríquez y Carvajal:

«

Suntuosas y solemnes fueron las honras fúnebres que el día 22 se hicieron al General J. B. Cambiaso en su carácter de Primer

Almirante y fundador de la Marina de Guerra nacional. El Ejecutivo dispuso honores militares y decretó tres días de duelo

en obsequio del finado. En el Palacio de Gobierno, en la Casa Consistorial y otros edificios públicos flameaba a media asta la

bandera tricolor cruzada, y las de las naciones amigas rendían el mismo testimonio de duelo en sus respectivos consulados. Desde

la víspera y de hora en hora oíanse los disparos del cañón de la Fuerza.

Un concurso numerosísimo seguía el nuevo carro, de serio y elegante aspecto, que, tirado por negra pareja, condujo el féretro

desde la casa mortuoria a la Catedral y desde el templo metropolitano al ex Convento Dominico, en una de cuyas bóvedas se dio

sepultura al cadáver. La tropa de guarnición y la banda de música militar le rindieron los honores de ordenanza.

El señor Luis Cambiaso, su hermano - Cónsul y actualmente Plenipotenciario de Italia - presidió el duelo. Y al acto asistieron

el Presidente de la República y su Consejo de Ministros, los Magistrados de la Suprema Corte, el cuerpo diplomático y con-

sular, altos funcionarios del Estado, colegio de abogados, individuos de varios gremios y sociedades, y del comercio, y de la marina

y de la colonia italiana.