Previous Page  141 / 540 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 141 / 540 Next Page
Page Background

139

Eclesiásticos italianos y la Iglesia Católica. Síntesis biográficas

Padre Giovanni Francesco Fantino Falco

Nació en Borgo San Dalmazzo (Cúneo, Piamonte) a las dos de la mañana del domingo 26

de mayo de 1867, el cuarto de los hijos de los artesanos Francesco Fantino y Chiara Falco. Es-

tudió en la escuela elemental de su pueblo natal y luego en el Seminario Episcopal de Cúneo

hasta 1889, cuando vistió la sotana, y continuó sus estudios en el Liceo de Cúneo, hasta que

el 19 de julio de 1891 ingresó en el Noviciado de los padres paúles o lazaristas de Chieri (Tu-

rín), aunque abandonó la institución, y buscando una vida más dura, ingresó en la ermita

de los benedictinos camaldulenses de Frascati, cerca de Roma, cambiando pronto su nombre

por el de fray Arsenio. Pero a los tres meses se desilusiona y vuelve a los paúles, para intentar

de nuevo los trapenses de Francia, y dejar al fin a los paúles.

Nunca, sin embargo, abandonaría la posibilidad de la vida religiosa prácticamente hasta su

vejez y afectado de ceguera. El 20 de septiembre de 1937 intentaría unirse a los misioneros del

Sagrado Corazón de Québec, y así lo solicitó al superior padre Auguste Cadoux, entonces

párroco de Sánchez, que le respondió con la negativa. El uso permanente como única indumentaria del hábito

franciscano, como miembro de la Orden Tercera, es una evidencia más de su sueño de ser de algún modo

religioso.

A punto de terminar sus estudios en Roma, en la Universidad Pontificia de San Apolinar, fue ordenado

sacerdote en San Juan de Letrán el 19 de diciembre de 1896, de manos de Monseñor Francesco di Paola Cas-

setta, patriarca de Antioquía, y vicegerente del cardenal Lucido Parocchi. Poco después de completados sus

estudios y obtenido el doctorado en Teología, viajaría a Venezuela y sería profesor del Seminario Diocesano

de Caracas hasta 1899, en que emprende un nuevo rumbo, y se traslada a la República Dominicana, a donde

llegó en una goleta holandesa el 8 de noviembre de 1899. Su primer trabajo fue el de ayudante del padre An-

tonio Luciani, otro italiano que había fundado el Hospital San Antonio de San Pedro de Macorís, en el Este

de la isla, y allí permanecería hasta el 12 de marzo de 1900, cuando le destinaron al Seminario Conciliar de

Santo Domingo (antiguo Palacio de Borgellá), donde sería prefecto y capellán de su iglesia, es decir la catedral.

El 16 de febrero de 1903, y solo durante poco más de cinco meses, le destinan a la parroquia de Montecristi;

para mantenerse holgadamente se dedicó a dar clase en la escuela pública elemental de latín, francés y gramá-

tica, a pesar de su aún escaso dominio del castellano. En julio de 1903 sale de allí por propia iniciativa y se

traslada a La Vega, donde un grupo de personas pensaban fundar un colegio, a pesar de vivir el país con la

continua amenaza de una guerra civil. El colegio, al fin, se abrió provisionalmente el primero de septiembre de

1903, creciendo pronto la matrícula y denominándose Colegio San Sebastián.

Emprendió luego la creación del Asilo y Escuela de Niños San Vicente de Paúl (1904-1907), con la colabo-

ración de las Hermanas de la Caridad o de los Ancianos Inválidos, añadiendo en 1905 la Capilla de Jesús

Crucificado, al frente de las cuales estaría hasta su traslado a un nuevo campo misional en 1919, en el Santo

Cerro (La Vega), en donde estaría al menos en su primera estancia hasta 1925, incrementando la devoción

tradicional a la Virgen de las Mercedes y patrocinando un retiro espiritual a sacerdotes del 7 al 11 de septiembre

de 1919. Entre 1925 y 1926 se encargó de tres parroquias: Jarabacoa, La Vega y Constanza, regresando de

nuevo al Santo Cerro en 1926 hasta su muerte, trece años después. Habiendo sufrido antes un accidente y luego

un serio desmayo, falleció en el Hospital de San Pedro de Macorís el día 4 de julio de 1939, pero después de

hacer una parada en la Catedral de Santo Domingo fue sepultado ese mismo día en el templo del Santo Cerro.

Sus ocupaciones le permitieron, sin embargo, traducir varias obras ascéticas, entre las que se cuentan

Prepara-

ción a la muerte

de san Alfonso María de Ligorio (1913),

Mater Amabilis

del carmelita francés Georges-Ephrem

Duhaut (La Vega, 1916),

Meditaciones, soliloquios y suspiros de san Agustín

(La Vega, 1918), y la obra del francés

Monseñor Louis-Gaston de Ségur,

Conversaciones sobre el protestantismo actual

(1937). Durante su primera es-

Padre Francesco

Fantino Falco.