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Eclesiásticos italianos y la Iglesia Católica. Síntesis biográficas
ve parroquias (1875-1882). Consolidó el Semina-
rio Conciliar, y fue el gozoso testigo del hallazgo
de los verdaderos restos de Cristóbal Colón durante
las obras de reparación de la Catedral que él ordenó
para rebajar el presbiterio, aunque el hallazgo se de-
bió a dos obreros que trabajan en dichas reparacio-
nes, y avisaron al párroco, padre Francisco Xavier
Billini. El vicario apostólico celebró el
IX
Sínodo
Diocesano, el segundo del siglo
xix
(12-19 de mayo
de 1878), que también hizo hincapié en el hallazgo
de los restos de Colón (Título
II
, art.
xxiv
). A su
salida de la República Dominicana, fue nombra-
do Obispo de Otranto (9 de agosto de 1883), luego
sería internuncio en Brasil (1884-1887), y por fin
Arzobispo de Chieti (27 de mayo de 1887), donde murió el 19 de diciembre de 1901. Sus restos se trasladarían
años después a la iglesia de San Rocco en su ciudad natal de Cesinali.
Durante toda su estadía en la República Dominicana fue secretario de la Vicaría fray
B
ernardino
D
i
M
i
-
lia
, O.F.M. Cap., que durante la ausencia del titular firmaba con el título de encargado de negocios interino
de la delegación apostólica. Había nacido en Calitri (Avellino), el 28 de octubre de 1839. Durante esos años
ayudó en algunas parroquias, como las de Baní (julio-septiembre 1878), Higüey (octubre-noviembre 1879)
y la Catedral (27 de agosto de 1881). Aparentemente, también colaboró con fray Rocco Cocchia, probable-
mente como compañero de visitas pastorales, el también capuchino fray
L
uigi
R
omei
, que había sido párroco
interino de Puerto Plata (1875-1877) y Altamira (1877-1880).
Riccardo Paolo Pittini Piussi, S.D.B.
Nació en Tricesimo (Údine, Italia) el 30 de abril de 1876. A los 20 años ingresó en el Noviciado salesiano de
Valsalice, en Turín, pero antes del sacerdocio fue enviado a la misión de Uruguay. En Montevideo fue orde-
nado el 22 de enero de 1899, y allí trabajó 28 años, además de ocuparse de la misión del Chaco (Paraguay), a
la que siguió la misión del Este de Estados Unidos, donde llegó el 16 de agosto de 1934, para instalar la misión
salesiana y, ante todo, una escuela técnica. Mientras tanto, cambió de rumbo cuando el Papa Pío XII, apoyado
por el Gobierno de Trujillo, le nombró Arzobispo de Santo Domingo, entonces gobernada por el último de
tres administradores apostólicos. Aunque con evidente incomodidad del clero dominicano al ser extranjero y
entonces de nacionalidad norteamericana, fue ordenado en su Catedral el 8 de diciembre de ese mismo año,
asistiendo como consagrantes el Arzobispo de Port-au-Prince, el Arzobispo coadjutor Luis A. de Mena (do-
minicano) y el Obispo de San Juan (Puerto Rico). Gobernó la Arquidiócesis 25 años, a pesar de su ceguera,
casi total a partir de 1945. Cuidó y mejoró notablemente el Seminario, dotándolo cada vez de mejores edificios
y profesorado, además de abrir el primer Seminario Menor en el Santo Cerro (La Vega), confiándoselo a los
jesuitas. Como logro principal de su episcopado, celebró en abril de 1938 el
X
Sínodo Diocesano, el primero
y durante muchos años el único del siglo
xx
. Debilitado y con graves problemas oculares, en 1945 aceptó un
Obispo auxiliar y un Arzobispo coadjutor con derecho a sucesión. Amenazado por la tiranía de treinta y un
años de Trujillo (su nombre encabezaba la lista de los mandados a matar el primero de junio de ese año), fue
llevado previamente a un refugio en La Vega, y allí falleció el 10 de diciembre de 1961. Su funeral se celebró
en la Catedral, y posteriormente, según su deseo, sus restos se llevaron a enterrar en la nave izquierda del templo
de San Juan Bosco.
Interior de la Catedral
Primada de América.
Desde la derecha:
Monseñor
Ricardo Pittini,
Monseñor Eliseo Pérez
Sánchez y en la fila
delantera, primero,
Jacinto
Bienvenido Peynado.