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El domo del Palacio Nacional dominicano y Guido D’Alessandro Lombardi
un domo hemisférico y coronado por una suerte de pináculo. Se lo llama comúnmente El Templete (
Il
Tempietto
) de Bramante. Poco tiempo después de su construcción en 1502, autores como Sebastiano Serlio
y Andrea Palladio se hicieron eco de esta ingeniosa solución de espacio sagrado en sus publicaciones y
proliferó la cultura de los «tempiettos» que coronan los grandes edificios occidentales desde el siglo
xvi
hasta
iniciado el siglo
xx
. Si bien es cierto que los nabateos ya experimentaban empleando templos circulares
romanos para coronar edificios en el siglo I a.C., el uso personalizado del artefacto de Bramante marcó un
período único.
De este domo que vigila el Caribe y del
Tempietto
hay mucho más que hablar, pero si nos tuviéramos que
quedar con algo fundamental, eso es que se trata de objetos sagrados, o al menos de gran valor simbólico por
su origen. Por más de una razón, el domo del Palacio y todo aquel gran proyecto eran de enorme valor para
Guido, y no se rendiría hasta cumplir, tal como lo había hecho en el frente austríaco mientras luchaba por
Italia. Su hoja de servicio indica que fue herido en batalla dos veces antes de que la República Italiana le diera
licenciamiento definitivo en 1919, condecorándolo con la Medalla Interaliada de la Victoria y la Medalla
Conmemorativa de la Guerra Europea.
El Palacio Nacional fue inaugurado en 1947 en una ceremonia a la que el dictador Trujillo no lo invitó, en
1950 la República Italiana le otorgó la Medalla de la Solidaridad Italiana por sus aportes a la reconstrucción
de aquel país luego de la Segunda Guerra Mundial, y en 1954, habiendo derrochado amor a su familia, pasión
y valor a su paso por el mundo, terminado ese
tempietto
que fue su vida, murió.
Pórtico con frontón de
templo griego clásico
en entrada Palacio
Nacional de República
Dominicana. Foto
mirando hacia el
noroeste.
Domo sobre entrada
de Palacio Nacional de
República Dominicana.
Foto mirando hacia el
noreste.